Los monasterios representaban una forma superior de vida religiosa, y eran, en cierto modo, los campos de preparación para el cielo. Como ocurre entre los deportistas profesionales, e ellos la vida era sumamente disciplinada y ascética, estando el desarrollo de la jornada rigurosamente establecido: el horario e comidas estaba perfectamente determinado; las horas dedicadas a la oración y al recogimiento se sucedían con regularidad, y el resto del día se dedicaba a elevar el espíritu mediante el trabajo. El lema era: Ora et labora, reza y trabaja; en una palabra, se vivía sometido a férreas reglas.
Estas reglas distinguían entre sí a las órdenes religiosas, que podían ser más o menos severas, cultas, ascéticas, etcétera. La primera orden fue la de los benedictinos, fundada en el año 529 en Monte Casssino por San Benito de Nursia, uno de cuyos monasterios más influyentes estaba situado en Cluny (Francia). A medida que iban introduciéndose nuevas reformas, se fundaban nuevas órdenes: los cartujos, los cistercienses, los agustinos, los carmelitas, los premonstratenses y las órdenes mendicantes de los franciscanos y dominicos, que posteriormente se especializaron en la persecución de herejes y brujas y que no se arredraron ante un llamamiento al pogromo. El mismo Lutero, que había sido monje, incitó a sus correligionarios a una “Noche de los cristales rotos”.
Entrada al claustro de Monte Cassino.
Montecassino es una colina rocosa a unas 80 millas terrestres (130 km) al sur de Roma, Italia; una milla al oeste de la ciudad de Cassino (la Casinum romana había estado en la colinal) y a unos 520 metros (1700 pies) de altitud. Esta en el sur del Lacio, región de la cual Roma es capital. Es célebre por ser el lugar donde Benito de Nursia estableció su primer monasterio, la fuente de la orden benedictina, sobre el año 529, y por ser el lugar de varias batallas hacia el final de la Segunda Guerra Mundial.
En la Baja Edad Media (550 – 850) los monasterios fueron islas de civilización. De ellos no sólo emanaba espiritualidad, cultura y cristianismo; también fueron los que introdujeron la roturación de los bosques, beneficiosos invento como la buena cerveza o maravillosos remedios naturales. Pero los monasterios fueron fundamentalmente grandes escritorios donde se salvaron, copiaron y conservaron los manuscritos que hemos heredado de la Antigüedad. La evangelización de Inglaterra partió de los monasterios irlandeses, y la de Alemania de los monasterios de estos dos países.
Además, la jornada monacal constituye un precedente de la jornada laboral del mundo industrializado, por lo que, en cuanto se refiere a la planificación del tiempo de acuerdo con el reloj, podemos decir que todos nosotros somos monjes. No obstante, el trabajo del hombre medieval no solía regirse por el reloj, sino por la posición del sol, de manera que en verano la jornada era más larga y en invierno más corta; también dependía de lo que hubiera que hacer: en épocas de cosecha la jornada se prolongaba durante más tiempo, pero cuando no había nada que hacer, no se hacía nada, y uno de cada tres días al año era fiesta religiosa o de algún otro tipo.
sábado, 19 de julio de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario